Papa Francisco: Transcripción de la entrevista con 60 Minutos, en español
Francisco es el primer papa de las Américas, el primero de su nombre, y más que ningún otro papa en tiempos recientes, ha dedicado su vida y ministerio a los pobres, a los marginados y a los olvidados. Todo esto a la vez que dirige a la Iglesia Católica en temas difíciles y a veces controversiales que no todos respaldan. Se nos otorgó una entrevista extraordinaria en el Vaticano, y conversamos con él en Español, su lengua materna, mediante un traductor, por más de una hora. No se perdió en la traducción el candor de este octogenario de 87 años, ni su inteligencia y convicciones. Comenzamos por comentar sobre el primer "Día Mundial Del Niño" que celebra la Iglesia. El próximo fin de semana el Papa Francisco acogerá en el Vaticano a decenas de miles de chicos, entre ellos a refugiados de guerra.
Norah O'Donnell: Durante el Día Mundial del Niño, dice la ONU que más de un millón de personas van a encarar la hambruna en Gaza, muchos de ellos niños.
Papa Francisco: No sólo en Gaza. Pensemos en Ucrania. Muchos chicos de Ucrania vienen aquí. ¿Usted sabe una cosa? ¿Que esos niños no saben sonreír? Yo les digo, a ver. [FINGE UNA SONRISA]… Se olvidaron de sonreír. Y esto es muy duro.
Norah O'Donnell: ¿Tiene usted un mensaje para Vladimir Putin en lo que concierne a Ucrania?
Papa Francisco: Por favor… en los países en guerra, todos, ¡detengan la guerra! Busquen la negociación. Busquen la paz. Siempre es mejor una paz negociada que no una guerra sin fin.
Norah O'Donnell: Lo que ha estado sucediendo en Gaza ha causado mucha división, mucho dolor por todo el mundo. No sé si ha visto en los Estados Unidos que ha habido muchas manifestaciones en los recintos universitarios y un creciente antisemitismo. ¿Qué diría usted sobre cómo cambiar eso?
Papa Francisco: Toda ideología es mala. Y el antisemitismo es una ideología, y es malo. El "anti" es siempre malo. Uno puede criticar tal gobierno, tal otro, el gobierno de Israel, el gobierno palestino. Puede criticar todo lo que quiera, pero no anti la raza. Ni anti palestino ni antisemita. No.
Norah O'Donnell: Yo sé que usted hace un llamado a la paz. Usted ha pedido un alto el fuego en muchos de sus sermones. ¿Puede usted ayudar a negociar la paz?
Papa Francisco: [SUSPIRA] Rezar. Rezo mucho por la paz. Y también sugerir, "Por favor, paren. Negocien".
La oración siempre ha estado al centro de la vida del Papa Francisco desde que nació bajo el nombre de Jorge Mario Bergoglio en la Argentina, en 1936, de una familia de inmigrantes Italianos. Antes de entrar al seminario, Bergoglio trabajó de químico.
Su fórmula personal es la sencillez. Sigue usando el mismo crucifijo sencillo de plata que usaba cuando era arzobispo de Buenos Aires. Pero no es lo que usa Francisco, sino donde vive lo que ha marcado el tono de su papado, desde hace 11 años.
En vez de un palacio sobre la Plaza de San Pedro, escogió vivir en la casa de huéspedes del Vaticano, la Casa Santa Marta.
Allí nos recibió, bajo un cuadro de la Virgen María. A pesar de su entorno sacro, Francisco no ha abandonado su sentido del humor, aun cuando aborda asuntos de seriedad, tal como la crisis de los migrantes.
Norah O'Donnell: Mis abuelos eran católicos. Emigraron de Irlanda del Norte en los años '30 a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Y sé que su familia también salió huyendo del fascismo. Y usted ha hablado sobre los migrantes, muchos de ellos niños, y ha dicho que usted insta a los gobiernos a construir puentes, no murallas.
Papa Francisco: La migración es una cosa que hace crecer un país. Dicen que ustedes, los irlandeses, migraron y llevaron el whiskey, y que los italianos migraron y llevaron la mafia… [RÍEN] Es un chiste, que no lo tomen a mal. Pero los migrantes a veces sufren mucho. Sufren mucho.
Norah O'Donnell: Crecí en Tejas. Y no sé si usted lo ha escuchado, pero en el Estado de Tejas está intentando clausurar una casa de beneficencia católica en la frontera con México que brinda asistencia humanitaria a los indocumentados. ¿Qué piensa usted de eso?
Papa Francisco: Una locura, una locura. Pero, cerrar la frontera y dejarlos ahí… es una locura. El migrante tiene que ser recibido. Después se ve cómo se trata. Quizás hay que mandarlo de vuelta, no sé, pero que cada caso se estudie con humanidad... con humanidad.
Unos meses después de hacerse papa, Francisco visitó una pequeña isla Italiana vecina del Africa para encontrarse con migrantes que huyen de la pobreza y de la guerra.
Norah O'Donnell: Su primer viaje como Papa fue a la isla de Lampedusa, donde usted habló sobre el sufrimiento. Y me impresionó mucho cuando usted habló de la globalización de la indiferencia. ¿Qué está pasando?
Papa Francisco: ¿Decirlo en criollo bien clarito? ¡La gente se lava las manos! Hay tanto Poncio Pilato suelto… que… ve lo que está sucediendo, las guerras, las injusticias, los crímenes… "Está bien, está bien" y se lava las manos. La indiferencia. Cuando el corazón se vuelve duro… y es indiferente.
Por favor, tenemos que volver a poner sensible el corazón. No podemos estar indiferentes a estos dramas de la humanidad. La globalización de la indiferencia es una enfermedad muy fea, muy fea.
El Papa Francisco no ha sido indiferente al escándalo más pernicioso que ha aquejado a la Iglesia –el rampante abuso sexual de cientos de miles de niños por todo el mundo, durante décadas.
Norah O'Donnell: Usted ha hecho más que nadie para tratar de reformar a la Iglesia Católica y arrepentirse por años de indescriptible abuso sexual contra niños por miembros del clero. Pero ¿ha hecho lo suficiente la Iglesia?
Papa Francisco: Tiene que seguir haciendo. Lamentablemente, el drama de los abusos es tremendo. Y sobre eso, conciencia recta; y no solo no permitir sino poner las condiciones para que no suceda.
Norah O'Donnell: Usted ha dicho "cero tolerancia".
Papa Francisco: No hay que tolerar. Lo mismo en la iglesia, cuando hay un caso de un consagrado o una consagrada que abusa, cae toda la ley encima. En eso se progresó muchísimo.
La capacidad para el perdón y la apertura es lo que ha definido el liderazgo del Papa Francisco sobre una iglesia de casi 1.400 millones de Católicos. Los puso a ellos y al mundo sobre aviso cuando en el 2013, en una espontánea conferencia de prensa en un avión, habló sobre el tema de la homosexualidad.
"Si una persona es gay –dijo– y busca al señor y tiene buena voluntad, ¿Quién soy yo para juzgar?"
… y no se detuvo ahí.
Norah O'Donnell: El año pasado usted dispuso permitirles a los curas católicos bendecir a parejas del mismo sexo. Eso es un gran cambio. ¿Por qué?
Papa Francisco: No, yo lo que permití no fue bendecir la unión. Eso no se puede porque no es el sacramento eso. No puedo. El Señor lo hizo así. Pero sí bendecir cada persona. La bendición es para TODOS. Para todos. Bendecir una unión de tipo homosexual va contra el derecho, el derecho natural, el derecho de la Iglesia. Pero bendecir a cada persona, ¿por qué no? La bendición es para todos. Algunos se escandalizaron por eso. ¿Por qué? Para todos. ¡Todos!
Norah O'Donnell: Usted ha dicho, "¿Quién soy yo para juzgar? La homosexualidad no es un delito".
Papa Francisco: No. Es un hecho humano.
Norah O'Donnell: Hay obispos conservadores en los Estados Unidos que se oponen a sus nuevos esfuerzos por reconsiderar las enseñanzas y tradiciones. ¿Cómo responde a su crítica?
Papa Francisco: Usted usa un adjetivo, "conservadores", es decir, conservador es aquél que se aferra y que no quiere ver más allá. Es una actitud suicida. Porque una cosa es tener en cuenta la tradición, tener en cuenta las situaciones de ayer, pero otra cosa es cerrarse en una dogmática cuadrada.
El Papa Francisco ha colocado a más mujeres en posiciones de poder que ninguno de sus predecesores, pero nos dijo que se opone a permitir que se ordene a las mujeres como curas o diáconos.
La devoción del Papa Francisco a la doctrina tradicional ha llevado a algún reportero del Vaticano a decir que él ha cambiado la tonada de la Iglesia, pero que la letra sigue siendo esencialmente la misma. Esto frustra a aquéllos que quieren verlo cambiar las normas en cuanto a que puedan casarse los curas Católicos, al uso de contraceptivos y a la maternidad subrogada.
Norah O'Donnell: Sé de mujeres que son sobrevivientes del cáncer quienes no pueden tener hijos, y recurren a madres sustitutas. Esto está en contra de la doctrina de la Iglesia.
Papa Francisco: Hablar de maternidad subrogada, en el sentido más técnico de la palabra, no, no va. A veces la maternidad subrogada se ha convertido en un comercio, y es muy duro. Es muy duro.
Norah O'Donnell: Pero a veces para algunas mujeres es la única esperanza.
Papa Francisco: Puede ser. La otra esperanza es la adopción. Yo diría, en cada caso, que consulten claramente la situación, que la consulten médicamente y después moralmente. Creo que en estos casos se da una ley general, pero hay que ir a cada caso en particular para ver la situación, siempre y cuando no se pase por encima del principio moral. Pero tiene razón. Me gusta, quiero decírselo, su expresión cuando me dijo, "En algunos casos es la única chance". Se ve que usted siente estas cosas. Gracias. [SONRÍE]
Norah O'Donnell: Creo que es por eso que tanta gente… ha hallado esperanza en usted, porque usted ha sido más abierto y comprensivo quizás que otros líderes previos de la Iglesia.
Papa Francisco: Hay que estar abierto a todo. La Iglesia es eso: todos, todos, todos. "¿Que es un pecador?" Yo también soy pecador. ¡Todos! El Evangelio es para TODOS. Si la Iglesia pone una aduana en su puerta, deja de ser la Iglesia de Cristo. Todos.
Norah O'Donnell: Cuando mira al mundo, ¿qué le da esperanzas?
Papa Francisco: Todo. Uno ve tragedias, pero ve… tantas cosas lindas. Uno ve madres heroicas, hombres heroicos, hombres que tienen ilusión, mujeres que miran adelante. Eso a mí me da mucha esperanza. La gente quiere vivir. La gente va adelante. Y la gente es fundamentalmente BUENA. Todos somos fundamentalmente buenos. Por eso hay un poco pícaros, pecadores, pero el corazón es bueno.
Produced by Keith Sharman, Julie Morse and Anna Matranga. Associate producer, Roxanne Feitel. Broadcast associates, Eliza Costas and Callie Teitelbaum. Edited by Jorge J. García